No pueden oírme, pero yo puedo gritar más.

domingo, 18 de marzo de 2018

Fallo y acierto.

Suena María Ruiz.
Y apenas puedo pensar, tengo que escuchar su voz.

''Y nos perdimos, 
sin darnos cuenta nos perdimos 
y nos rompimos 
como quien rompe una copa de vino.''

Y aquí estoy, alejándome de todo, porque pienso que así voy a encontrarme.
Porque siempre lo había hecho así, aunque quizá la forma haya cambiado.
Otros lugares, otras personas. Esa mi solución.
No puedo irme.
Maldita vida adulta.
Echo de menos esa libertad tan mía.
Lo dicho. Que estoy alejándome, y no quiero alejarme.
Me hago daño yo y hago daño a alguien.
Siempre igual.
Qué ganas de llorar.
Me duele tu distancia, cuando soy yo la primera en alejarse. 
Condeno a este egoísmo.
Quiero salir al sol.
Me fumaría un porrazo.
Me engancharía un ciego de la ostia para no pensar.
Rescataría mi mejor cogollo, y me lo pincharía en la vena.
La más yonki.
Había decidido hacer lo que me apeteciera para ser yo.
Dejarme llevar.
Ir fluyendo.
Y cuando lo hago, lo corto con mis pensamientos, mis rayadas y mis miedos.
Quizá por eso nunca avanzo.
Si de perdidos al río, de perdidos al río ¿no?
O ¿qué es peor, tirarme a la piscina sin saber si hay agua y dejarme llevar y que pase lo que pase arrastrando a gente conmigo, o arrepentirme e intentar escalar hacia arriba, que quizá lo consiga, porque me estoy equivocando, o quizá no?
Porque lo peor no es fallar a alguien,
lo peor es que he vuelto a fallarme yo.
Que dije que nunca más lo haría,
y sigo repitiendo el error.
Y aquí mi libro: cómo cagarla sin sentirse culpable.
El Vol. II será: ¿egoísmo o amor propio?

Y así mi vida,
y mis dudas.