Entra en una cabina bronceadora y fríete durante dos o tres días. Cuando las ampollas de tu piel hayan estallado y te hayas descamado, retuércete en sal gorda y después ponte ropa interior cosida con hilo de cristal y alambre de cuchillas. Vístete con tu ropa habitual, siempre y cuando te vaya estrecha.
Fuma pólvora y ve al instituto para brincar entre aros, siéntate y suplica, cumple las órdenes. Escucha los murmullos que se cuelan en tu cabeza por la noche, llamándote fea y gorda y estúpida y puta y zorra y lo peor de todo, ''una decepción''. Vomitas y te mueres de hambre y te cortas y bebes porque necesitas un anestésico y eso funciona. Durante un rato. Pero entonces el anestésico se convierte en veneno y para entonces ya es demasiado tarde porque ya estas colocada hasta el alma. Te estas pudriendo por dentro pero no puedes parar. Te miras en un espejo y solo ves un fantasma. Oyes gritos a cada latido de tu corazón y todo-absolutamente-todo está mal.
''¿Por qué?'' no es la pregunta correcta. Pregúntate ''¿Por qué no?'' |
No hay comentarios:
Publicar un comentario