No pueden oírme, pero yo puedo gritar más.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La segunda vez que me encerraron.

''Unas espirales de grasa estaban asfixiando mis muslos, mi culo y la tripa, pero ellos no eran capaces de verlas. Decían que mi cerebro se estaba encogiendo. Unas tormentas eléctricas iluminaban el interior de mi cabeza. Mi cansado hígado estaba haciendo las maletas. Mis riñones estaban perdidos en una tormenta de arena.

..no era relleno suficiente.
..era piel que quería desaparecer.
..era el cabello suave y esponjoso de un mono que crecía por mi piel para mantener el calor.

Decían que tenía que engordar.
Cuando mi cerebro empezó a funcionar otra vez comprobé sus cálculos. Alguien había cometido un error porque no habían pesado las serpientes que habitaban en mi cabeza ni las sombras que se escondían tras mi caja torácica.






    Para lograr ese objetivo tendré que romperme todos los huesos con un mazo de plata y luego extraerme la médula con una cuchara de mango muy largo.''

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