Cuéntales cómo te sentiste la primera vez que te miré; cuando de nuestros ojos saltaron chispas a causa del fuego que empezaba a arder en nuestros corazones, cuando mi mirada atravesó tu piel y te desnudó el alma.
Diles qué fue lo primero que pasó por tu mente cuando rocé tu mano, aparentemente sin querer, cuando el estómago se te encogió y el corazón te dio un vuelco.
Confiesa que, hasta el momento de conocerme, nunca te habías visto con el valor suficiente para afrontar tus sentimientos, y que jamás nadie pintó una sonrisa tan grande y tan sincera como la que yo te ayudé a dibujar día tras día en tu rostro cuando me veias acercarme a ti.
Diles qué fue lo primero que pasó por tu mente cuando rocé tu mano, aparentemente sin querer, cuando el estómago se te encogió y el corazón te dio un vuelco.
Confiesa que, hasta el momento de conocerme, nunca te habías visto con el valor suficiente para afrontar tus sentimientos, y que jamás nadie pintó una sonrisa tan grande y tan sincera como la que yo te ayudé a dibujar día tras día en tu rostro cuando me veias acercarme a ti.
Si quieres, explícales también que por las noches te acompaño en tus sueños y que, por las mañanas, me echas de menos aun sin dejar de pensarme.
Explícaselo, explícamelo y atrévete a decirles y a decirme que NO estás enamorada...
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