No pueden oírme, pero yo puedo gritar más.

lunes, 7 de enero de 2013

Estoy hasta la polla de discutir conmigo misma.

Y odio esta mierda. Porque estoy aquí tirada cuando lo que quiero es estar contigo, abrazándote. Porque sé que me amas, porque me miras de la misma forma que te miro yo, y porque te mueres por acariciarme pero cuando lo haces agitas la cabeza y te dices a ti misma que no, y eso es lo que me mata; que quieres hacerlo, pero no lo haces. Y duele. Y se me forman mil dudas, mil nudos en la garganta que cada vez cuesta más deshacer, y no sé qué pensar. Y encima, estas putas nauseas que llevan jodiéndome la vida dos días. Dormir, y cuando me despierte ver el sol entrar por la ventana, eso es lo que quiero.

Porque no sé, quizá sea yo, o quizá tú o la situación, pero te echo de menos cuando no estás, y hoy no estás. Me muero de ganas por pedirte que me ayudes, pero si me ayudas mis alas no crecerán, o al menos no tanto. La oscuridad nunca es más fuerte.


Que me escribas cuando duermo, que me veas sin mirarme, que cuides de mí.
Que te quiero sin pensarlo, que te siento sin quererlo, que ya eres parte de mí.

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