Que me ronden moscardones al olor de los cajones
que una vez cerré por ti.
Si palpitan cremalleras al compás de primaveras
que no las quieren abrir.
Que se caiga el sol a cachos, y con él el dios borracho
que te quiso hacer sufrir,
que te echó su mal aliento que yo transformé en cemento
para hacerte sonreír.
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