No pueden oírme, pero yo puedo gritar más.

martes, 20 de diciembre de 2011

He visto cosas que ojalá tú nunca las vayas a ver.

Perdí la ilusión, el reflejo de mis ojos. Pasaba de ir a clase, no hacía caso a mis padres; estaban preocupados porque yo era lamentable. Era una persona fría, me daba todo igual. 
Estuve en el lugar equivocado a la hora equivocada, ¿cuántas veces no he sabido valorar ni apreciar nada?


Si las palabras duelen, yo nunca me callo.
Y sí, yo también me he vuelto loca, mis defectos no son pocos.
Nadie por mi parte conoció el engaño nunca.
No fue mi intención hacer daño a nadie aunque tenga la culpa.






Equivocarse es ley de vida, rectificar es de sabios.

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