No pueden oírme, pero yo puedo gritar más.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Otra noche más vuelvo a despertarme.

¿Por qué parece pronto y se me hace tan tarde?

Quise volar, volé y volé pero al caer el golpe fue más fuerte.

¿Cuánto puedo esperar? Si noto que se acaba el tiempo.
Si por cada minuto late otro corazón más  l e n t o.
Jamás creí en nada, me reí de las princesas, 
de los sapos, de las hadas, de la nada tan inmensa,
de esas falsas amistades, de millones de mitades,
de personas que pasaron por mi vida y parecían ser reales.
Cicatrices que se abren cuando piensas que se calman.
Me encierro y me libero, y solo pienso en llorar.
¿Qué más da cuando ya no queda nada?
Si perder la fe fue mejor que espera a que llegara.
¿Y ahora que hará con mi corazón el que lo tuvo?
Si el día que lo entregué sentencié con él lo que en un pasado hubo.
Es esa sensación de perdición la que me invade,
me escondería entre sábanas a esperar que el mundo se acabe.
Nada es fácil, hoy me río, ayer me hundí; mañana ya no huyo.
Es el temor que siento, sentí mientras gritaba.

Todo lo que vino, tarde o temprano se va.
Las personas cambian y los recuerdos se perderán en un mar sin fondo,
al fin y al cabo nado sin un rumbo.

Por flotar sin alas, son balas que me perforan, 
es como gritar en plena oscuridad estando a solas.
Me pregunto quién me escucha al otro lado,
veo que el tiempo se ha parado.
La vida me golpea pero yo solo me aturdo, 
me hago un nudo en la garganta y me silencio.
Vives para morir, ese es tu precio.






Quién sabe cuándo va a llegar tu hora, no pienses en el ayer ni en el mañana, mejor piensa en el ahora.

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